sábado, 1 de agosto de 2009

Mas allá de las rejas.

13:13:00


La cuenta regresiva sigue su marcha. Es como el tic-tac de un réloj adherido a una caja de explosivos, tic, tac, tic, tac… tic… tac… tum… tum… tic… tac… tum… tum… El látido del corazón se va acompasando al ritmo del réloj, devastadoramente lento. Se siente la tensión dentro, fuera sólo un semblante impasible y aparentemente tranquilo; fuera, una figura de pie, como pilar sosteniéndose contra el viento y sosteniendo un mundo. Y es la misma que se encuentra en el rincón de una pequeña celda con una, aún más pequeña, ventana abarrotada, la figura del preso que espera el inevitable suceso, la condena.
Sabe que morirá, sabe que puede intentar huir, sabe que puede suplicar y arrodillarse, lo sabe y se pasea como bestia enjaulada. Se sabe tras las rejas encerrado, pero libre como cualquiera y dueño de su destino, se sabe libre para elegir cómo vivir o cómo morir, se sabe con ese poder en sus manos… Y se olvida de sí, abre la puerta y salva a los demás, no da vida por vida pero en el camino va perdiendo su vida por salvar la de otros. Tic… tac… tic… tac… tic… tac… El réloj, el maldito réloj que no se detiene, esas manecillas moviéndose lentamente y luego rápido. Sabe que no quiere morir, tiene sueños, tiene una vida, quiere vivir.
En su loca necedad guarda reminiscencias de justicia, sabe que tiene que pagar por sus actos y acepta las consecuencias de su proceder. El pensamiento se pierde en el vacío… Los sonidos se desvanecen, sólo quedan el tic-tac y el látido del corazón masacrando el silencio con un melodioso compás que forma una sinfonía de muerte. De pronto, algo dentro estalla, como si se rompiese un palacio de cristal, y con gran estruendo, del interior, emerge un grito de furia que reclama valentía y gloria, un grito que demanda honor, “si has de morir, muere de la manera más digna”. Se pone de pie viendo la luna que está más allá de las rejas…
-Voy a morir y no tengo miedo ya. Debo saldar mis deudas, mi honor lo reclama. Mi orgullo demanda lavar con sangre la afrenta… aunque sea con la mía.
Abre los ojos, está amaneciendo, el sonido de tambores y trompetas, la marcha de varios hombres, la voz de algún otro flotan en el aire y a pesar de estar tan cerca parecen tan distantes, como un sueño. Ve al frente una fila de hombres armados con fusiles y apuntando a su pecho, alguien se acerca a ponerle un pañuelo en los ojos y lo rechaza. Tic… tac… tum, tum… tic… tac… tum, tum, tum… tic… tac… El corazón se adelanta, el réloj sigue a su ritmo… tic… tac… tum… tic… tac… tum… El réloj se detiene… tum… tum… tum… y el corazón también.

1 comentario:

¿Y tu que me cuentas?